martes, 11 de enero de 2011

Reflexión fallida sobre la muerte del límite artístico

No se trata de un post nostálgico recordando aquellos tiempos en los que las redes sociales no condicionaban nuestras vidas, aquellos tiempos en los que había otros valores en cuanto a lo que el arte se refiere, aquellos tiempos en los que los músicos hacían las grabaciones musicales más complejas del modo más natural e innato... Básicamente porque no he tenido la suerte de pertenecer a las generaciones que pueden (o no) defender dicha postura.
Utilizaré la palabra Jazz y las referencias que haré hacia éste mundo (lo concebiré como mundo y no como estilo musical), para aludir a todo tipo de creación artística.
Músicos como Miles Davis, Ray Charles, Pinetop Perkings, Muddy Watters... (Todos procedentes de aquella seguramente añorable etapa artística) ¿Ya no existen? Sí, es una pregunta. A menudo pienso la cantidad de músicos superdotados que reinventaron algo tan dificil como el Jazz, creando el beebop o el acidjazz... Estilos nuevos, pero sin abandonar la esencia (cosa que creo que ahora se ha casi perdido). Al igual ocurre con los creadores de los cuadros más clásicos, y los que se atrevieron a dar el paso, a avanzar. Mi pregunta es ¿Hemos sobrepasado la linea imaginaria que limita lo que está bien y lo que no es posible, lo convencional y lo novedoso? ¿hemos perdido ese miedo que posiblemente formaba parte del encanto de toda creación artística? ¿Qué objetivos hay ahora? Me inquieta, personalmente, pensar que sí, que hemos sobrepasado dicha frontera. Que ya no impresiona tanto la novedad, que cualquiera puede considerarse músico, dibujante, editor, o lo que se quiera considerar.
Siguiendo en la línea del Jazz, me parece que pasa algo un poco más excepcional. Cada día escuchamos decenas y decenas de nuevos artistas que se aferran a la fama y olvidan su profesión. ¿Qué ocurre en la penumbra? ¿Qué les ocurre a los verdaderos músicos? o, mejor, ¿dónde carajo están?

En esta ciudad, cualquier día de la semana, puedes percatarte de que están ahí, de que la música sigue viva, pero la mayoría quizá no lo sepa.
''La Cockette'', el ''Café Central'', ''La Boca del Lobo'', ''Junco'', ''Tempo'', son algunos de los nombres de garitos en los que podemos introducirnos posiblemente en el verdadero mundo musical. Bandas de Blues, Soul, Jazz, Funk, pactan silencio y hacen resucitar cada noche músicos como James Brown o Nat King Cole.

Volviendo a la ''reflexión'', es posible que me responda a mí misma. Los límites entre lo posible y lo imposible van desapareciendo a una velocidad de vértigo. Sí, a mí me da vértigo pensar en la infravaloración de la música que considero un tesoro. Un verdadero arte (y con esto no trato de quitarle sentido a cualquier otro estilo o creación).
Lo más razonable es pensar en lo positivo de la ruptura de éste confín. Diremos que ahora hay más registros a los que acceder, aunque otros pensaremos que quizá estos registros eran más valiosos sin ser tan cercanos, tan explotados, tan comercializados.

Concluyo el post con un recuerdo musical y con algo actual y desconocido



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